Alguna vez te has preguntado... ¿Quién se comió todas las chips?!
Miras a tu alrededor y, para colmo, ni siquiera hay un perro al que culpar.
Maldición.
No es tu culpa.
Si alguna vez has pasado por esto metiendo la mano a la bolsa de papas sin pensar, hasta darte cuenta de que te comiste la porción familiar sin darte cuenta seguro te has sentido frustrada o incluso avergonzada.
Pero con los ultraprocesados, las probabilidades están en tu contra:
Es tú contra docenas de grupos de prueba de sabor, marketing ingenioso y una mezcla de sabores, químicos y texturas diseñadas para hacer explotar tu cerebro de placer.
Desde la perspectiva de las empresas, esto tiene sentido: cuanto más comes, más compras. Cha-ching!
Los ultraprocesados no son malvados.
Y no estás rota si sientes que no puedes controlarte con ciertos alimentos.
Pero si estos alimentos te hacen sentir enferma o fuera de control, aquí hay algunas estrategias que pueden ayudarte:
1. Presta atención a tu masticación.
Los alimentos procesados están diseñados para disolverse rápido en tu boca con el menor esfuerzo posible.
La próxima vez que los comas, nota:
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¿Cuántas veces necesitas masticar antes de que el alimento desaparezca?
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¿El sabor mejora cuanto más masticas?
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¿Qué tan satisfecha te sientes después de unos bocados?
Compáralo con un alimento real, como una manzana o arroz integral.
2. Reduce tus opciones.
Los estudios muestran que comemos más cuando tenemos una gran variedad de sabores disponibles.
Esto se conoce como el “efecto buffet”: pasas de la estación de pastas a la de costillas, luego al bar de postres, y después de nuevo a la pasta.
Con tantas opciones ricas, es difícil parar.
Sin juzgar, cuenta cuántos alimentos altamente procesados tienes en casa. Por lo general, cuantas más opciones tienes, más fácil es excederse.
3. Identifica patrones.
Usamos la comida para muchas cosas aparte de la nutrición.
Por ejemplo, si nos sentimos tristes, podemos comer una galleta para consolarnos. Por un rato, nos sentimos mejor.
Si te das cuenta de que comes sin tener hambre física, intenta encontrar el detonante. Pregúntate:
🤔 ¿Qué estoy sintiendo?
🤔 ¿Qué hora es?
🤔 ¿Con quién estoy?
🤔 ¿Dónde estoy?
🤔 ¿Qué pensamientos estoy teniendo?
Lleva un registro y busca patrones.
Si te sientes lista para intentarlo, puedes reemplazar la comida con otra acción.
Por ejemplo, si sueles tomar vino y comer helado cuando te sientes sola en la noche, prueba darte un baño caliente y escuchar un podcast divertido.
Los antojos y snacks son parte de la vida moderna: son deliciosos y están en todas partes. Y no necesitas eliminarlos por completo.
Pero al prestar atención a tu propio comportamiento y con un poco de práctica, puedes construir una relación más saludable con este tipo de alimentos.